Muchas diferencias separan al escenario actual del antecedente zarista. La confluencia de Rusia con las potencias de Occidente ha quedado sustituida por serios choques. Esa confrontación determina tendencias expansivas de otro tipo. Las comparaciones con la URSS omiten la ausencia de capitalismo bajo ese sistema. Hubo mecanismos de opresión externa, pero no un imperialismo soviético.
El lugar secundario de Rusia en la jerarquía imperialista no es sinónimo de subimperialismo. Tampoco prevalece una relación ambigua con los dominadores del mundo. El colonialismo interno ha resurgido, pero no define la condición imperial, ni determina el signo de los movimientos nacionales en el espacio pos-soviético.
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