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La incursión que trastocó a Medio Oriente

Leer texto completo [PDF]El expansionismo sionista exige una limpieza étnica en el caso de Gaza. Esa política fue desafiada por un operativo espectacular, que demolió la imagen de Israel como potencia invulnerable. La derechización de ese país desestabiliza la contraofensiva imperial estadounidense. Hamas ejerce su legítimo derecho a la resistencia, frente a un Estado terrorista que actúa como agresor. La solidaridad internacional será efectiva si supera la ambigüedad de muchos pronunciamientos.

Geopolítica, el sistema imperial y antiimperialismo socialista: Entrevista con Claudio Katz

Claudio Katz es profesor de Economía en la UniversiLeer texto completo [PDF]dad de Buenos Aires (Argentina) y miembro de Economistas de Izquierda. También es autor de varios artículos y libros sobre el capitalismo y el imperialismo contemporáneos, entre ellos Bajo el imperio del capital, La teoría de la dependencia, 50 años después y recientemente, La crisis del sistema imperial. En esta amplia entrevista, Katz habla de la necesidad de evitar evaluar al imperialismo en términos meramente económicos, el surgimiento de lo que él denomina “sistema imperial” y las complejidades del antiimperialismo en el siglo XXI, con Federico Fuentes para LINKS International Journal of Socialist Renewal .

La crisis del sistema imperial

Leer texto completo [PDF]El imperialismo custodia la explotación de los trabajadores y el sometimiento de la periferia, con mecanismos adoptados a las transformaciones del capitalismo. Ese amoldamiento no se ha consumado en la actualidad. El liderazgo norteamericano está socavado por el deterioro económico y los fracasos bélicos. Carece además de la plasticidad que tuvo su antecesor británico para traspasar el mando.
Rusia no participa de ese circuito dominante, pero motoriza la gestación de un imperio no hegemónico, muy distinto al zarismo y a la URSS. El protagonismo de China no es sinónimo de expansión imperial. Sus estrategias defensivas coexisten con una restauración capitalista incompleta, que incluye igualmente la acumulación de beneficios a costa de la periferia. Otras disputas por la preeminencia regional actualizan el status del subimperialismo.
La centralidad de la coerción es diluida por las tesis meramente hegemonistas. El sistema imperial actual diverge de las viejas rivalidades entre potencias y no se clarifica con criterios económicos. Las confrontaciones geopolíticas desmienten la tesis de un imperio global sostenido por clases y estados transnacionalizados.

¿Es Rusia una potencia imperialista? IV. Miradas benévolas

El acoso de Washington y la distancia del zarismo no sitúan a Moscú fuera del universo imperial. Su embrionario lugar en ese espacio desmiente la caracterización del país como una semicolonia. El arsenal bélico es definitorio de una política exterior que incluye tendencias opresivas. La intervención en Kazajistán ilustra esa dinámica de una potencia con larga tradición de protagonismo internacional.
Putin no es un mandatario progresista. Convalida los privilegios de los millonarios, arbitra entre chauvinistas y liberales, manipula los comicios y hostiliza a la izquierda. Los proyectos antiimperialistas se forjan con sujetos populares.
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¿Es Rusia una potencia imperialista? III Continuidades, reconstituciones y rupturas

Muchas diferencias separan al escenario actual del antecedente zarista. La confluencia de Rusia con las potencias de Occidente ha quedado sustituida por serios choques. Esa confrontación determina tendencias expansivas de otro tipo. Las comparaciones con la URSS omiten la ausencia de capitalismo bajo ese sistema. Hubo mecanismos de opresión externa, pero no un imperialismo soviético.
El lugar secundario de Rusia en la jerarquía imperialista no es sinónimo de subimperialismo. Tampoco prevalece una relación ambigua con los dominadores del mundo. El colonialismo interno ha resurgido, pero no define la condición imperial, ni determina el signo de los movimientos nacionales en el espacio pos-soviético.
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¿Es Rusia una potencia imperialista? II. El legado de Lenin

Los criterios inspirados en un texto de Lenin no permiten esclarecer la condición imperial de Rusia. Esa economía no incluye la preeminencia financiera, la gravitación mundial de los monopolios y el peso de los capitales exportados exigidos por esos parámetros. Prevalece un perfil intermedio y distante de los países dominantes. China alcanzó ese podio sin convertirse en una potencia imperial. Ese lugar no se define con indicadores económicos. Los conceptos de la centuria pasada deben ser amoldados a la nueva realidad del capitalismo y las caracterizaciones de la guerra concentran el principal legado de Lenin.

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¿Es Rusia una potencia imperialista? I Gestación no hegemónica.

Con prejuicios liberales no se puede esclarecer el status imperial. La consolidación del capitalismo es la precondición ya vigente de esa condición. Pero los desequilibrios del modelo económicos y la inserción semiperiférica socavan esa posición.
Rusia no integra el circuito dominante del imperialismo contemporáneo y es hostilizada por Estados Unidos. Desarrolla igualmente una activa intervención geopolítica, con acciones acordes a su gravitación en el universo bélico. La figura de un imperio no hegemónico en gestación ofrece la mejor definición de su estadio actual. El resultado de Ucrania consolidaría o desvanecería ese perfil.
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Diagnósticos y controversias sobre Ucrania

La nítida tragedia humanitaria contrasta con la indefinición militar y el incierto efecto económico de la guerra. La responsabilidad del imperialismo norteamericano es más ocultada que la injustificada invasión rusa. Reiniciar las negociaciones es el curso más progresista y favorable para conseguir la soberanía. Las posturas indulgentes frente a la OTAN son tan inadmisibles como el llamado a la provisión de armas. Pero la invasión no fue una acción defensiva y tiene consecuencias negativas. Una caracterización comparada de la guerra confirma esa impronta regresiva.Leer texto completo [PDF]

Dos confrontaciones en Ucrania

Leer texto completo [PDF]Son muy prematuros los pronósticos sobre una incursión que desconcertó a Occidente. Estados Unidos es el principal responsable de la escalada por su negativa a negociar la contención de la OTAN y la neutralidad de Ucrania. Propicia el acoso a Rusia para someter a Europa y bloquear su intercambio económico con Moscú.
El nacionalismo reaccionario desencadenó el conflicto y destruyó la cohabitación pacífica de las dos regiones. Pero la invasión no se limitó a proteger a los pobladores del Este. Quebrantó las negociaciones de paz e introdujo una respuesta desproporcionada y carente de justificación. Esa acción desprecia la voluntad popular y realimenta los mitos del liberalismo.
Washington aprovecha ese despropósito para atropellar la soberanía de América Latina. Ucrania tiene derecho a su autodeterminación nacional, pero esa meta requiere la desmilitarización y un status internacional de equidistancia.

El antiimperialismo y la izquierda en Medio Oriente

Leer texto completo [PDF]La interpretación meramente geopolítica de los conflictos en la región resalta el choque entre un bloque agresivo unipolar y otro defensivo multipolar. Remarca la prioridad de confrontar con el enemigo principal, pero razona con criterios conspirativos y no toma en cuenta el protagonismo popular. Por el contrario, la mirada neutralista desconoce la incidencia de las confrontaciones globales sobre las relaciones de fuerza y las consiguientes luchas de los pueblos.
Lo ocurrido en la Segunda Guerra Mundial brinda parámetros para posicionarse en Medio Oriente y el balance de la URSS en Afganistán define criterios antiimperialistas. El apoyo norteamericano a los kurdos no aporta en cambio reglas generales. Libia demuestra cuán erróneo es confundir levantamientos con las acciones de la OTAN y Siria enseña a distinguir rebeliones genuinas y usurpadas. Hay que batallar contra el imperialismo norteamericano sin idealizar a sus rivales.