Quiénes votan al gobierno con expectativas progresistas experimentan sensaciones contradictorias. Satisfacción por el juicio a los genocidas, la ley de medios, el matrimonio igualitario o la nacionalización de las AFJP. Desengaño por la destrucción de los ferrocarriles, la minería con cianuro y la regresividad impositiva. También hay irritación con los gobernadores que deforestan el monte y con los jerarcas sindicales que manejan patotas.
El reingreso al Congreso de la izquierda es la mejor opción que ofrece la coyuntura electoral, para avanzar en la introducción de drásticas medidas de reducción de la desigualdad social. La obtención de diputados para este sector es una meta difícil, pero factible. La multitud de votantes que apuntaló un derecho democrático de participación en las primarias de agosto debería reafirmar este sostén, atrayendo un nuevo segmento de electores.