RESUMEN
No está definido aún si la desaceleración actual derivará en recesión. Pero el freno no se explica por la crisis global, que mantiene un efecto contradictorio sobre la economía nacional. Las comparaciones oportunistas con la periferia europea oscurecen este análisis. La aceleración de la inflación para mantener la rentabilidad, la salida de capitales para diversificar inversiones y el desequilibrio fiscal por ausencia de reformas impositivas progresivas son tres problemas de la coyuntura.
Los economistas de la derecha disfrazan su demanda de ajuste con llamados a recuperar la confianza. En realidad exigen mayores protecciones a las ganancias de los acaudalados. El gobierno ensayó primero un recorte dosificado y ha optado luego por otro intento de reactivar la demanda. Esta misma oscilación explica la pesificación, el plan de viviendas, el manejo del Banco Central y la política energética. Se adoptan medidas tardías con el pretexto de la herencia recibida por los 90.
Los rasgos neo-desarrollistas del modelo se verifican en la política económica, la gestión del estado y los intereses dominantes capitalistas. Hay muchos vasos comunicantes con la ortodoxia neoliberal y poca disposición a reducir de la desigualdad. A diferencia del viejo desarrollismo se subordina la industrialización a la exportación de bienes primarios y se apuntala a los grupos que han internacionalizado su actividad.
Persiste el fallido ensayo de recrear la burguesía nacional. Las subvenciones generan despilfarro sin revertir la ausencia de inversión privada. Los escándalos de corrupción son un condimento insoslayable de este nuevo intento de modificar el comportamiento improductivo de los capitalistas argentinos. Pero no existen sólo dos opciones para el futuro económico. Un proyecto popular contrapuesto al neoliberalismo y al neo-desarrollismo surgirá con la maduración política de la lucha social.