Leer texto completo [PDF]Un principio defensivo se transformó en la guía estadounidense para desplazar competidores y reforzar la dominación regional. Legitimó inicialmente la ampliación territorial, el control de Centroamérica, la supremacía en el Caribe y la disputa por Sudamérica. La doctrina orientó el desplazamiento de España e Inglaterra y convalidó la primacía de las empresas norteamericanas. Ese barómetro apuntaló la cruzada anticomunista durante la guerra fría.
Ese mismo patrón reaparece en el siglo XXI, pero con decreciente efectividad. No logra disuadir la presencia china, ni los negocios asiáticos con las clases dominantes de la región. También pierde gravitación el autoelogio, el padrinazgo y la terminología imperial. Estados Unidos no encuentra fórmulas para retomar su dominación.