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A sequência de resistências nos últimos três anos confirma a persistência na América Latina de um contexto prolongado de lutasLeer texto completo [PDF]

Los levantamientos populares contuvieron la restauración conservadora, recrearon escenarios progresistas y afrontan la redoblada contraofensiva de la derecha. Tuvieron efectos electorales inmediatos y provocaron la precipitada salida de los presidentes derechistas en Bolivia, Chile, Perú, Honduras y Colombia.
En México, Argentina y Brasil el descontento social no suscitó protestas equivalentes, pero dio lugar a victorias del mismo tipo en las urnas. En Ecuador y Panamá se consiguieron importantes triunfos en la calle contra los atropellos neoliberales y en Haití persiste una sostenida resistencia al caos impuesto por las elites y sus socios imperiales.
El análisis de esta lucha es frecuentemente desatendido por los estudios exclusivamente focalizados en la forma de dominio de los opresores. La evaluación de esa resistencia esclarece semejanzas y diferencias con otras regiones.
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El bolsonarismo quedó afectado por su fallido golpe. Flaquean sus cimientos en el ejército, las bandas, el agronegocio y los evangelistas. No pudo forjar un régimen totalitario y perdió el aval del poder dominante. También en Bolivia naufragó una asonada de gran violencia racista y chantaje de secesión territorial. Estos reveses complementan los fracasados complots en Venezuela.
En Argentina los personajes reaccionarios buscan reinstalar la agenda económica neoliberal, la represión y la tutela judicial de la política. En Colombia han quedado impactados por una derrota electoral que afecta su estructura paramilitar y en Chile resurgieron con la matriz pinochetista, recreando el sustento conservador de la dictadura. En Perú apuntalan los golpes cívico-militares de un sistema forjado para garantizar la continuidad del neoliberalismo.
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Los levantamientos populares contuvieron la restauración conservadora, recrearon escenarios progresistas y afrontan la redoblada contraofensiva de la derecha. Tuvieron efectos electorales inmediatos y provocaron la precipitada salida de los presidentes derechistas en Bolivia, Chile, Perú, Honduras y Colombia.
En México, Argentina y Brasil el descontento social no suscitó protestas equivalentes, pero dio lugar a victorias del mismo tipo en las urnas. En Ecuador y Panamá se consiguieron importantes triunfos en la calle contra los atropellos neoliberales y en Haití persiste una sostenida resistencia al caos impuesto por las elites y sus socios imperiales.
El análisis de esta lucha es frecuentemente desatendido por los estudios exclusivamente focalizados en la forma de dominio de los opresores. La evaluación de esa resistencia esclarece semejanzas y diferencias con otras regiones.
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A teoria marxista renovada oferece a caracterização mais consistente do imperialismo do século XXI. Sublinha a preeminência de um dispositivo militar coercivo, liderado pelos EUA e articulado em torno da OTAN, para assegurar a dominação da periferia e fustigar as formações rivais não hegemônicas da Rússia e da China.
Estas potências incluem modalidades imperiais apenas embrionárias ou limitadas e desenvolvem ações primordialmente defensivas. A crise do sistema imperial é o dado central de um período marcado pela recorrente incapacidade norte-americana para recuperar sua decadente primazia.
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Leer texto completo [PDF]La polémica con la mirada clásica esclarece la dinámica contemporánea del sistema imperial. Explica por qué la renovada competencia económica, no recrea las guerras entre las principales potencias capitalistas. También clarifica la incapacidad estadounidense para contrarrestar su declive económico con mayor despliegue militar.
Esa controversia permite entender el papel de Rusia o China por su exclusión del entramado dominante. Corrobora que el tablero actual no es comprensible con la vieja contraposición entre imperialismos y semicolonias.
También demuestra que la equiparación de contrincantes oscurece la primordial agresividad de las conductas imperiales. Las semejanzas con el pasado obstruyen la acción de la izquierda, cuando desconocen al enemigo principal

A tentativa de assaLeer texto completo [PDF]ensão deste acontecimento, face a todas as manobras para minimizar, banalizar ou despolitizar o ocorrido

El intento de asesinato de Cristina es un hecho gravísimo que no se zanja simples comunicados de repudio. Hay que registrar la terrible dimensión de este acontecimiento, frente a todas las maniobras para minimizar, banalizar o despolitizar lo ocurridoLeer texto completo [PDF]

China’s status as capitalist or socialist will be determined by political struggles and popular battles. This dilemma is being processed within an intermediate formation with ruling classes that do not control state power. The country’s economic shifts have expressed conflicting interests rather than socialist continuities. Initial coexistence with the market differed from the later process of restoration.
Those who see a completed capitalist regression omit the fact that the fusion between the bourgeoisie and state functionaries has not been consummated. China’s socialist legacy is a major stumbling block to this integration, in a regime that is very different to any variety of state capitalism. There are various competing currents, including one for socialist renovation promoted by the New Left.
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China’s rise illustrates the contemporary dynamics of uneven and combined development. Its socialist foundation, a complementary market and capitalist parameters underpinned a model linked to globalisation but focused on the local retention of surplus. The absence of neoliberalism and financialisation have spared China the imbalances faced by its competitors. But the penetration of capitalism has generated overinvestment and surpluses that need to be unloaded abroad.
Orthodoxy explains China’s expansion as the result of an imaginary predominance of deregulation. Heterodoxy explains it as the result of the simple application of controls that failed elsewhere. Both omit China’s socialist foundation. The millenary viewpoint exalts a mythical destiny and assumes that these very recent processes have distant roots in the past.
Capitalism is present but does not yet dominate the economy. The new bourgeois class has also not obtained control of the state, but the socialist transition has been reversed and an intermediate status prevails. The limited restoration contrasts with the trajectories of Eastern Europe and Russia. A comparison with the origins of capitalism suggests the possibility of long transitions and mixed systems
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