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Cataluña desde América Latina

La derecha latinoamericana se alineó contra Cataluña ocultando la responsabilidad del gobierno en el conflicto. Se demanda un derecho vulnerado por el centralismo monárquico que confronta con el contubernio de la transición, en pleno resurgimiento de aspiraciones nacionales afectadas por la globalización. El nacionalismo españolista se ubica en las antípodas de su equivalente catalán, que tiende a converger con los trabajadores. El desconocimiento de esa confluencia explica las vacilaciones de la izquierda, en un momento clave para retomar la batalla por la república.

Belicismo, globalismo y autoritarismo (II)

Estados Unidos utiliza a Latinoamérica para su recomposición económica. Pretende desplazar a China, someter a México y apropiarse de los negocios de Brasil. La nueva agresión imperial tiene efectos devastadores. Transita más por presiones indirectas que por las intervenciones explícitas. Cuenta con el sostén de tres modalidades de restauración conservadora, que complementan la subordinación a Trump con acuerdos de libre-comercio favorables a Europa. Las plutocracias no se asientan en el sufragio y priorizan el acoso de Venezuela. Renace la batalla que sepultó al ALCA.

Belicismo, globalismo y autoritarismo (I)

En la OMC y el G 20 se verifican las nuevas tensiones entre potencias. Estados Unidos intenta recuperar primacía económica utilizando su poder geopolítico-militar. Restaura el unilateralismo comercial para hacer valer la competitividad de sus servicios, pero no logra concertar alianzas internacionales. Trump afianza el belicismo eludiendo el uso de los marines. Potencia las tensiones en la esfera internacional afrontando una aguda crisis interna.

La izquierda frente a Venezuela

Los medios silencian la violencia de la oposición venezolana y la represión imperante en los gobiernos derechistas de la región. La estrategia de golpe institucional afronta serios límites, pero la izquierda debe confrontar con esa amenaza, apoyando decisiones antiimperialistas y distinguiendo el boicot capitalista de la inoperancia oficial.
Siguiendo pautas socialdemócratas, el pos-progresismo objeta al chavismo, desecha el peligro golpista e identifica erróneamente al autoritarismo. Los dogmáticos ignoran al enemigo principal y convergen con los conservadores o se deslizan hacia una pasiva neutralidad.
La derecha sólo pretende comicios que le aseguren primacía. En condiciones muy adversas la Constituyente reabre oportunidades y suscita un reencuentro de la intelectualidad radical.

Nuestro Fidel

Con Fidel se nos fue la principal figura revolucionaria de América Latina del último siglo. Resulta difícil valorar esa dimensión en medio del gran pesar que genera su fallecimiento. Aunque la emoción dificulta cualquier evaluación, la gravitación del Comandante se aprecia con más claridad cuando ha partido.

Desenlaces del ciclo progresista

El ciclo progresista surgió de rebeliones populares que modificaron las relaciones de fuerza en Sudamérica. Hubo mejoras sociales, conquistas democráticas, y frenos a la agresión imperial. Pero se acentuó el extractivismo exportador y la balcanización comercial. Los convenios de cada país con China ilustran fracturas en la integración que han facilitado el resurgimiento de los tratados de libre comercio.
El progresismo quedó afectado por ensayos neo-desarrollistas fallidos, que no lograron canalizar las rentas agro-exportadoras hacia actividades productivas. El gasto social permitió distender la protesta, pero el descontento se extendió bajo los gobiernos de centroizquierda.
La derecha logró la presidencia de Argentina por las inconsistencias del kirchnerismo, se fortaleció en Brasil por la mutación conservadora del PT y despunta en Ecuador por las falacias del discurso oficialista. Los conservadores ocultan la corrupción, el narco-tráfico y la desigualdad que acosan a sus gobiernos.
Venezuela batalla contra la intención estadounidense de retomar el control de su petróleo. Un contragolpe chavista requiere poder comunal para erradicar el desfalco de divisas que enriquece a la burocracia. Se define la radicalización o la involución del proceso bolivariano.
La caracterización del ciclo progresista como un período pos-liberal omite las continuidades con la fase previa e ignora los conflictos con el movimiento popular. Pero la preeminencia del extractivismo no uniforma a los gobiernos, ni convierte a las administraciones de centro-izquierda en regímenes represivos. Los proyectos socialistas ofrecen el mejor desemboque para la etapa en curso.

Retrato de las América en la Cumbre.

Los grandes medios de comunicación presentaron la Cumbre de Panamá como el inicio de una nueva era de convivencia. Ponderaron el fin de la guerra fría y atribuyeron a Obama una postura de distención opuesta a la belicosidad de Maduro. Pero en un marco adverso Estados Unidos debió posponer su agenda y se obtuvo un éxito diplomático antiimperialista que afianza las esperanzas populares en América Latina.

Las batallas de Venezuela

La conspiración golpista fue doblegada pero la desestabilización continúa. Hay que lidiar con la ausencia de Chávez, el deterioro económico y la presión internacional. Estados Unidos retoma el acoso financiero y utiliza la depreciación del petróleo para debilitar al gobierno.
El modelo económico actual permitió grandes mejoras populares, pero no transformó la estructura improductiva, ni permite afrontar los desequilibrios actuales. La confrontación por el destino de la renta petrolera es la causa de las tensiones cambiarias y la conducta de los capitalistas impide gestar una economía industrializada.
Lo ocurrido en Chile en los 70 constituye un antecedente esclarecedor del comportamiento de la derecha y de la necesidad de avanzar desde el gobierno al poder. La rehabilitación del proyecto socialista por parte del chavismo es incomprensible con miradas dogmáticas. Un proceso revolucionario con ritmos inéditos y transformaciones no sincronizadas entre el gobierno, el estado y la sociedad replantea la estrategia de la transición socialista.

Imaginarios socialistas

Cuatro modalidades de actualización del socialismo en América Latina retoman la tradición de un proyecto que promueve la igualdad, la expansión de la propiedad pública y la auto-determinación popular. Los primeros éxitos de ese programa atemorizaron a los dominadores y generaron grandes conquistas sociales.
El socorro de los bancos refuta las objeciones neoclásicas al estatismo socialista y la adaptación heterodoxa al neoliberalismo contradice la existencia de variados modelos capitalistas. La economía soviética logró enormes avances, pero nunca amenazó la supremacía estadounidense.
La URSS colapsó por las ambiciones de enriquecimiento de sus dirigentes, pero el intento socialista fue válido en la secuencia histórica de ensayos igualitaristas. Los tormentos del capitalismo inducen a recrear esas experiencias, que corresponde denominar socialistas sin ningún titubeo. Este proyecto implica en América Latina convergencias con el antiimperialismo y estrategias de unidad continental.

La epopeya cubana

La epopeya cubana
Cuba aportó un ideario de transformación social y un ejemplo de resistencia que contribuyeron a cambiar el escenario latinoamericano. Su esquema igualitario le permite mantener indicadores sociales muy superiores a cualquier país equivalente. Pero afronta adversidades geopolíticas que la obligan a introducir un cambio significativo.
Una economía moldeada para apuntalar la extensión del socialismo debió adaptarse al escenario opuesto, modificando su estructura de elevada estatización. Las reformas en curso están concebidas para ampliar la gravitación del mercado, sin permitir el retorno al capitalismo.
Mientras que la extensión del cooperativismo contrapesa el riesgo de enriquecimiento privado, las propuestas de mayor estatismo agravarían el estancamiento. Muchas denuncias de restauración capitalista se formulan sin caracterizaciones ni alternativas viables. Mayores grados de democracia son necesarios, pero no generan milagros. Hay que valorar la revolución y postular caminos para renovarla.