Artículos de: Octubre, 2024

La brújula política en las teorías sobre la nación

El primer Hobsbawm evaluó el nacionalismo en relación al proyecto socialista y con esa óptica observó a la nación como un proceso histórico construido. Perdió ese barómetro con fin de la URSS y presagió erróneamente el declive y la involución conservadora del nacionalismo. No registró su resurgimiento con las mismas diferenciaciones del pasado. Aportó acertados criterios para definir a la nación con una síntesis de parámetros objetivos y subjetivos e introdujo sólidos argumentos de clase para desmitificar las miradas románticas. Pero no retuvo la brújula política precedente. Esa desorientación confirmó la centralidad del ordenador propuesto por Lenin para evaluar la problemática nacional.

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Los tres nacionalismos en América Latina

Leer texto completo [PDF]La distinción leninista de nacionalismos se corroboró en América Latina. La variante reaccionaria comandó tiranías sin diputar gravitación internacional, la burguesa industrializó con hostilidad a la lucha social, la revolucionaria empalmó con luchas nacionales y sociales. Mella y Mariátegui polemizaron con el desconocimiento, la descalificación y la idealización de esas corrientes. Hubo incomprensión en la izquierda de la autonomía internacional del nacionalismo y pasiva aprobación posterior de su proyecto capitalista. La ultraderecha es autoritaria, confronta con el ciclo progresista, abandonó el desarrollismo y está sometida a Washington. El progresismo recrea el antecedente convencional con retórica socialdemócrata, constitucionalismo y regionalismo. La vertiente radical resiste al agresor estadounidense y dirime futuros en Venezuela y Cuba.

Coincidencias y discrepancias con Lenin

El sistema imperial y el bloque socialista remodelaron el antimperialismo en el siglo XX. El belicismo actual de Estados Unidos para contrarrestar su declive económico impone otra reconsideración. La pluripolaridad aporta una mediación para alianzas con el nacionalismo revolucionario, confrontaciones con la ultraderecha y replanteos con el progresismo. En América Latina corresponde resistir a Estados Unidos, renegociar con China y gestar la unidad regional, en sintonía el realismo de Lenin. Las miradas neutralistas contrarían ese legado y desconocen el protagonismo agresor de la OTAN. Los críticos del antiimperialismo jerarquizan los antagonismos de clase ignorando otras variedades de opresión. Olvidan las tensiones nacionales, las contradicciones de la periferia y las mediaciones del proyecto socialista.Leer texto completo [PDF]

El legado antiimperialista de Lenin

Lenin propició la convergencia de las luchas nacionales y sociales para unificar la acción de los asalariados con los oprimidos. Alentó el derecho a la autodeterminación en Europa Oriental en un escenario de revoluciones y expectativas socialistas. Clarificó con las sublevaciones de Asia una estrategia antiimperialista de centralidad de la periferia y protagonismo popular. Posteriormente maduró la distinción entre vertientes conciliatorias y radicales del nacionalismo e introdujo la geopolítica socialista para incluir la defensa de la URSS. Rechazó el padrinazgo de la socialdemocracia, el internacionalismo abstracto del antinacionalismo y las insuficiencias del austro-marxismo. La descolonización confirmó sus previsiones, que tuvieron gran corroboración en América Latina.

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